sábado, 24 de noviembre de 2012


El pueblo, mi mundo, mi gente... [Parte 1]

Miércoles 11 de Agosto 2012, 2:38 p.m., hora pico. Me encuentro en el metro Chabacano línea café, la bajada es por "en medio" dos señoras empujan y pisotean con el afín de querer entrar por esa misma puerta. En fin lo logran pero ya pusieron a 3 pasajeros de malas ¡Bravo! comenzó el estrés del día.
Me dirijo hacia la línea azul, de las dos escaleras eléctricas existentes una está en reparación por lo que la gente se amontona, incluso hacen fila en la que sí funciona, mientras en las escaleras "normales" sólo transitamos 7 personas, al llegar al pasillo comienza la carrera todos se empujan y rebasan ¡como si hubiera un premio por el que llegue primero!, bueno no es así, pero se nota en la mayoría de las personas salieron más tarde de lo previsto y van maldiciendo por doquier.
En el pasillo una persona de la tercera edad pide limosna, se ve bien de salud. ¿Acaso no podrá trabajar? ... se acerca una señora, ¡¡le da limosna!! Es por eso que esas personas se vuelven NO productivas, ¡¡carajo!!  Continúo mi camino un niño tropieza por la velocidad con la que su mamá lo lleva de la mano y ¿Cuál es la consecuencia de esto?... Su madre lo regaña incluso le da un pellizco por no fijarse dónde camina, que no se habrá dado cuenta la señora que todo es a consecuencia de levantarse tarde y por consiguiente va a contratiempo.
Por fin estoy esperando el metro que se dirige a Cuatro caminos, un señor desesperado se asoma varias veces para esperar que llegue el metro, se queda parado en la orilla, es que ¿Así llegará más rápido el metro?, ¿El tiempo no pasa?, no lo comprendo, sólo sé que eso me pone de nervios, ¿qué les cuesta ponerse atrás de la línea amarilla?, ¡¡por algo existe!! [...]